ARTE CONECTADO,
SENSIBILIDAD VISUAL

A estas alturas es evidente que ya no puedo separar el hecho creativo de la vida en sí, y entiendo la misma vida como una obra de arte que evoluciona, y en la que procuro ser cada día una mejor versión de mí, buscando más coherencia con mi esencia y aportando algo positivo al contexto donde me ha tocado vivir, en forma de obras plásticas, libros, pintura mural…

Me reconozco como parte misma de la naturaleza y del universo, y admito que utilizo el arte como una forma de meditación y autoconocimiento, donde cuestionar nuestro papel como seres vivos en un ecosistema cósmico del que provenimos, formamos parte y de lo que estamos constituidos. Vivo en la ciudad, pero a menudo voy a la montaña a caminar, sentir y contemplar el bosque, las rocas y flores, y luego destilo en mis trabajos lo sutil que puedo captar de estos entornos naturales.

Creo en la posibilidad de que el arte pueda resaltar la belleza y perfección de la vida, y pueda expresar y contagiar serenidad, sensibilidad, paz y confianza en que todo está bien, en que la VIDA sabe muy bien lo que se hace. Desde la paz interior es desde donde se puede empezar a construir una vida alineada a los dones personales y en unos valores que tengan en cuenta los demás y nuestro entorno, comprendiendo que somos lo mismo. Y de alguna manera pienso que lo que hago transmite esta energía de calma y conexión que quizá, y modestamente, puede hacer de este un mundo mejor.

Me gusta trabajar principalmente con técnicas de agua y materiales con poca huella ambiental, probando y descubriendo formas de expresarme, y que en su diversidad suelen compartir elegancia y sensibilidad. Aunque durante muchos años me he expresado a partir del dibujo, un nuevo cambio interior está expresando cada vez más en formas más abstractas, evocadoras y sugerentes que siento muy auténticas y libres.